NUESTRO PAN DE CADA DÍA


No hay algo más cotidiano que comprar el pan. (y qué bonita es esta palabra. Del lat. quotidiānus, de quotidĭe). Es una costumbre muy callejera y muy familiar. Visitar cada día a nuestro panadero para llevarnos alguna que otra pieza para casa. Una viena, un bollo, una andaluza, una pistola, una chapata, y así hasta cuantos panes se puedan imaginar. Con el ir y venir de cada día terminas incluso teniendo una cercanía especial con el panadero. Mi panadería en Madrid está en la calle Fernández de los Ríos y se llama la Tahona de Argüelles y la regenta una dulce mujer mayor que siempre me aconseja algún pan rico. Muy recomendable los panes de molde que hacen. Yo me quedo con el de nueves y pasas.

Posiblemente en la época de nuestras abuelas, eran ellas mismas las que lo elaboraban con harina, agua, sal y levadura. Y después estaba el panadero que iba de casa en casa repartiendo cada día. Pero siempre, al fin y al cabo, el pan de toda la vida. Un producto de primer orden que nos ha acompañado siempre para comer y que a muchas personas les ha salvado de la hambruna en los malos momentos.

Como en todo, el pan ha evolucionado mucho y nos encontramos en un momento ha entrado en esa moda de slow food en el que todo los productos tienden a obtener una mayor calidad, una mayor preparación y por supuesto ha encarecerse. Así pues podemos elegir entre el pan de siempre y un pan más elaborado en el que podemos ver ingrediente como soja, avena, nueces, pasa o incluso aceituna y tomates.

Yo que soy panero por antonomasia (me gusta más el pan que a un tonto un lápiz), me fascinan, sin embargo de forma cotidiana yo elijo el pan de siempre. Estos tipos de panes hartan en demasía y puedes llegar a cansarte de ellos, sin embargo del pan normal nunca te cansarás. Un bollo para mojar en un huevo frito con patatas o en carne con tomate o en una pringá, eso no se puede aguantar. La hora qué es (13.17) y yo hablando de esto. ¡Qué hambre me está entrando!

Me gustan los panes especiales para situaciones especiales, para un sándwich o una tosta elaborada o para un brunch en el que se maride con aceite, mantequilla o alguna mermelada o quizás para una cena especial.

LA MATERIA, PRIMA

La base del comer bien está en la materia prima. Yo, que ando haciendo mis pinitos en cocina, baso mis aciertos gastronómicos en la buenos ingredientes sin muchos alardes técnicos. Quizá, los cocineros más avezados puedan basar su cocina en grandes procedimientos, sabrosas salsas, productos muy elaborados, con muchos ingredientes, etc. A mí a veces, realmente me sobra. Prefiero saborear las materias primas tal cual como son. No soy de salsa con la carne, tan sólo su jugo, soy de paella sencilla, soy de ensalada con sal, aceite y vinagre, el pescado también me gusta con poca cosa, con sus patatas a lo pobre, sin duda.  

El otro día preparé un menú para cenar con pocos elementos, muy sencillo, todo muy clásico, de excelente materia prima y todo muy rico. Menos es más. Pero no era menos...era un pedazo de chuletón de ternera con unos espárragos trigueros a la plancha. Todo ello acompañado de Tobelos Garnacha. Y un poco de queso, no faltaba. Cena para dos de escándalo.


Quiero recomendar este vino. Tobelos Garnacha. Es monovarietal, por lo tanto se ha realizado como mínimo con un 80% de cepas de garnacha. Como Intento aprender últimamente un poco más de vino y ando leyendo un libro que me han regalado. Se llama el aeiou del vino y en él se explica un poco de forma general todo lo relacionado con la cría de esta bebida. Intenté ver que sensación daba en nariz, luego en boca y tal... pero resultó muy complicado, creo que todavía me falta mucho por aprender en la enología. Entonces lo único que pude apreciar es que estaba rico, me gustaba, tenía un paso muy bueno por la boca. Tenía un color oscuro y parecía que iba a ser más potente de lo que en realidad era. En definitiva, para repetir, aunque eso sí, la relación calidad-precio es peor que el crianza ordinario de Tobelos.